Cansada de vagar sin rumbo ni objetivos claros, Tintaya se detiene.
Se sienta.
Posa sus manos sobre su pecho.
Cierra sus ojos.
Lentamente va experimentando el encantador y placentero momento de escucharse a sí misma. Se conecta. Se encuentra. Esboza una sonrisa. Se siente a gusto, liviana, en paz.
A pesar de sus ojos cerrados, empieza a ver su mundo como nunca antes.
Siente ganas en la misma proporción que siente miedo.
Sabe que a partir de este momento, ya nada va a ser como era.
Eso la moviliza y acepta el desafío.
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1 comentario:
El texto que acompaña a Tintaya es subversivo, radical y emocionante! Como sabemos, la obra habla del artista, por eso quiero decirte, Julieta, que admiro tu aguda sensibilidad y profundo crecimiento.
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